-Opinión-

Por Arlette Toledo
Cada año, cuando llega el 8 de marzo, siento una mezcla de emociones que van desde la esperanza hasta la frustración. Es un día que nos recuerda la lucha de las mujeres por la igualdad, pero también nos enfrenta a las realidades dolorosas que aún persisten en nuestra sociedad.
En este 8 de marzo, me encuentro reflexionando sobre el impacto de la pandemia en la vida de las mujeres. Desde el inicio de la crisis, la pérdida de empleo, hasta el aumento de la violencia doméstica. Son historias de resiliencia y de lucha que merecen ser reconocidas y escuchadas.
Este día no es de celebración, es un llamado al gobierno, a las autoridades, al pueblo para hacer algo y nosotras como mujeres seguir luchando, seguir gritando, seguir. Es un recordatorio de que la igualdad no es un lujo, sino un derecho humano fundamental.
Por eso, propongo que este 8 de marzo sea un día de sororidad y de acción. Un día en el que se reconozca el papel crucial que desempeñan las mujeres en nuestras vidas y en nuestra sociedad.
Es hora de levantar la voz, del cambio que comienza con cada uno de nosotros, en nuestras acciones diarias y en nuestras relaciones con los demás.
Este 8 de marzo, no podemos quedarnos callados ante las injusticias que enfrentan las mujeres en todo el mundo. Es hora de unirnos, de construir un futuro donde todas las personas, sin importar su género, sean solidarios para que las futuras generaciones tengan un mejor lugar.
Disfruta del siguiente fotoreportaje realizado por la alumna Sharon Quintero Morloy de 2do semestre de la carrera de Comunicación.
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