Por Brian Ali

Como hemos notado en los últimos años, estamos presenciando el revival de grandes clásicos del slasher de los 80’s y 90’s, como Michael Myers en Halloween Kills. Y esta vez tenemos de vuelta al “muñeco diabólico”, Chucky, en su propia serie en la plataforma Star Plus, siendo esta la manera de Don Mancini por redimir a su creación luego del fracaso del remake en el que no estuvo involucrado (Child’s Play) y de cierta forma, reiniciar la historia de este muñeco.
La serie nos ubica de vuelta en Hackensack, Nueva Jersey, el hogar de Charles L. Ray, (Chucky), donde asesinatos se han registrado en fechas, curiosamente, en las que el muñeco diabólico reaparece después de ser adquirido por Jake Wheeler (Zackary Arthur), un chico de 14 años obsesionado con el slasher, el terror y las esculturas mórbidas. En esta nueva entrega, Chucky no tarda nada en manifestarse para liberarlo del bullying y la represión que sufre por parte de su homofóbico padre y su odiosa compañera de secundaria Lexy Cross (Alyvia Alyn Lind), pero ¿Por qué?
Esta historia viene a llenar un hueco de la franquicia, el pasado de Charles Lee Ray, el asesino serial que salva su vida con un conjuro que le permite reencarnar en el muñeco Good Guy, y para salvar a la misma después de sus para nada buenas ultimas entregas en la pantalla grande. De igual manera regresa Jennifer Tilly, la famosa Novia de Chucky a la cual también se le dará un pequeño giro como personaje.
La serie consta de ocho episodios, en donde Don Mancini (creador de Chucky), toma como punto de partida la entrega que más reacción positiva de la saga ha ido acumulando durante los años, “Child’s Play 2”, y toma el diseño de Kevin Yagher de aquella para volver a los orígenes y contar la historia que quiso desarrollar en la primera entrega, con un adolescente, que más allá de ser una víctima, es el objetivo de la corrupción del muñeco. Lo cual amplía el papel de Chucky a una conciencia diabólica, extendiendo la relación del hombre y la marioneta viviente a una dimensión psicológica que siempre ha existido en el cine de ventrílocuos desde ‘Al morir la noche’ (Dead of Night) y en esta ocasión tiene puntos en común con “Magic” o la española “Freddy” de Chicho Ibáñez Serrador. Sin embargo, estos matices no restan al espíritu de slasher que colocó al pequeño pelirrojo a la altura de Freddy, Jason y Michael Myers en los 80 y 90.
En esta serie, Mancini aprovecha la apertura de miras de la televisión actual para incluir la temática LGTBI+ que siempre había querido tratar y nunca pudo por distintas censuras.
Lo realmente sorprendente es la naturalidad con la que la serie desarrolla el romance entre Jake y Devon (Björgvin Arnarson), un amigo del primo de Jake que empieza a entablar una amistad con nuestro protagonista, dado su gusto por el terror. Y es que, en los últimos años, personalmente lo que he estado esperando es que la orientación sexual de cualquier personaje se retrate con naturalidad, que, si bien obviamente es un tema importante por la representación, que no cada escena se convierta en “algo especial” solo por remarcar la inclusión.
Algo que también hace que la inclusión se sienta orgánica, es el hecho de que Chucky hable y muestre su apoye hijx de género fluido, Glen/Glenda, a quien vimos en “Seed of Chucky”.
«Tengo un hijx queer, es de género fluido… no soy un monstruo Jake», Al hablar de Devon el interés amoroso de Jake, y al preguntársele si estaba bien con que su hijx fuera queer.
Esta primera temporada presenta esta llena de asesinatos, ejecutados a la manera característica del personaje. Y mientras algunos son solo crueles y verdaderamente gore, otros tienen una construcción de la tensión impresionante.
Sin embargo, no son algo que no se pueda digerir, personalmente, no me gustan las películas violentas, pero la violencia de esta serie es tolerable e incluso, algo cómica.
Hay una forma ingeniosa de traer de vuelta a algunos personajes de las otras películas y dar contexto a la historia completa de Charles Lee Ray. La aparición de Jennifer Tilly puede resultar demasiado, pero es divertido y añade los elementos de locura que han acompañado a la franquicia en los últimos años. Y La aparición de Nica y Andy vienen a llenar y cerrar huecos que dejaron las últimas entregas.
Las actuaciones por parte de los actores más jóvenes en ocasiones pueden verse un poco incomodas, pero dada la naturaleza cómica de la serie, esto puede pasar algo inadvertido. Es una serie para los amantes del gore, y con el nivel justo de comedia a la muy característica manera de Chucky. Los escenarios, efectos y props son excelentes, toda la estética de la serie es bastante atractiva y misteriosa. La inclusión LGBT+ es algo innovador en este tipo de género cinematográfico, y al darse de manera tan orgánica y natural, le abre las puertas y da pie a que más franquicias del terror retraten también a personajes LGBT+, además, el tema jugar con la psicología de los niños para terminar convirtiéndolos en asesinos, es algo, aunque macabro, bastante interesante.
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