Por: Danna Itzel Hernández
Había una vez un señor llamado Javier, el cual ya tenía 65 años, pero seguía siendo un hombre trabajador. El era un periodista, y un día empezó a tener curiosidad sobre China, quería hacer un reportaje acerca de como era la cultura, tradiciones, comida de el país más poblado en el mundo. Así que tomo la gran decisión de viajar a China y conocer el gran país, y crear su historia en un reportaje.
Armó su maleta y tomó su computadora para comprar un boleto de avión de México a China. Dos días después el señor Javier ya se encontraba en el aeropuerto de la Ciudad de México para abordar el avión que lo llevaría al aeropuerto internacional de Pekín, el se encontraba muy emocionado, ya quería que pasarán esas 18 horas para llegar y descubrir un mundo nuevo, a él siempre le había gustado viajar y saber sobre nuevas culturas y tradiciones.
Al llegar, se dirigió a su hotel que se encontraba cerca del aeropuerto, llegando el rápido desempaco todo y decidió dormirse ya que estaba muy cansado por el largo viaje. Al despertar de la siesta, prendió su teléfono y empezó a ver todas las noticias sobre el virus que había en Wuhan, y rápidamente hablo al aeropuerto para saber si habría vuelos para poder regresar a México. El recepcionista le dijo que si quería salir del país, tenía que salir ya, debido a que habían encontrado un virus que estaba afectando a todas las personas y se podía contagiar muy fácilmente.
Javier se puso muy triste, ya que él esperaba con ansias realizar ese viaje, pero tuvo que regresar a México junto con su familia, por su salud y la de su familia. Llegando a la Ciudad de México en el aeropuerto lo estaban esperando su hija Paulina, su nuero Carlos y su nieto Ángel. Ángel era un niño muy lindo, educado y dulce; el admiraba mucho a su abuelo Javi, lo quería demasiado, y siempre decía que de grande quería ser un periodista como su abuelo.
Del aeropuerto se fueron a la casa de su hija Paulina, se iba a quedar unos días con ellos y después irse, pero después todo comenzó a empeorar en la Ciudad de México, empezaron a haber muchos enfermos, y de repente Javier empezó a sentirse mal, le dolía la cabeza y se sentía muy cansado, Paulina comenzó a preocuparse por ver a su padre así de enfermo, decidió llevarlo a un hospital, le hicieron estudios al abuelo y se dieron cuenta de qué por viajar a China, se había contagiado de un virus llamado Covid-19. Angelito cuando se enteró se puso triste de saber que su abuelo estaba enfermo, él quería ir a verlo al hospital pero no se permitía que los familiares entrarán, ya que es un virus que de verdad se contagiaba muy rápido. Entonces un día Ángel acompañando a su mamá, se acercó a una enfermera y le dijo que por qué no podía ver a su abuelo, a lo que la enfermera le respondió, que la razón era que estaba muy enfermito y si una persona entraba a verlo tenía riesgo de contraer este virus. Pero como la enfermera vio muy triste a Ángel, le propuso que le escribiera una carta y la mandara con su mamá, para que ella misma le hiciera llegar la carta a su abuelo. Ángel sé emociono, e hizo que la enfermera le prometiera que le iba a dar las cartas que el le hiciera a su abuelo y que lo cuidará para que se recuperará pronto. La enfermera se conmovió por el niño y prometió hacer lo que habían acordado.
Ángel sé fue a casa contento con su madre, pensando en que le escribiría a su abuelo; al llegar a la casa este saco las hojas de colores de la oficina de su padre, y pidió a su mamá que si podría salir a comprar una caja y sobres para meter las cartas que el le iba a dar a su abuelo.
El comenzó a escribirle las cartas a su abuelo, se esforzaba mucho y de vez en cuando también le mandaba dibujos que el hacia, retratando a su abuelo y a él juntos, o a toda la familia. Después de 3 semanas de estar internado en el hospital, se empezó a complicar la salud del abuelo, Pau estaba muy triste y preocupada, Angelito escucho a su madre preocupada y escucho cuando estaba hablando con su tía, sobre como el abuelo Javi estaba empeorando. Ángel al escuchar todo esto, empezó a rezar y pedirle a Dios que salvará a su abuelo, y le prometió ser mejor hijo y nieto, si su abuelo se recuperaba y regresaba pronto a casa. El niño le escribió una carta a su abuelo hablándole sobre la fe que tenía en Dios y que el pedía todos los días al padre que se recuperará del virus que lo estaba haciendo sentir mal.
Cuando Javi recibió la carta, inmediatamente la saco del sobré y la leyó, sus ojos se llenaron de lágrimas, y está carta hizo al abuelo tener más esperanzas y más ganas de seguir luchando y echándole ganas. Después de un mes de estar internado, el abuelo consigo recuperarse, todo gracias a las fuerzas que le dio su familia, su nieto y la fe que tenía en Dios. Todo ese mes, tanto Angelito como el abuelo, empezaron a hablarle y pedirle a todo poderoso, y lograron curar la salud del abuelo Javi. Él regreso a casa de su hija una semana después de haber sido dado de alta, y todos se cuidaban para no volver a pasar por lo que Javier paso. Y siempre le daban gracias al Señor, y se encomendaron a él. Todos lograron librarse del virus espantoso hasta que toda la pesadilla acabo, ya que una doctora logró obtener la cura del virus y se logró controlar y todos vivieron más felices. Fin.