
Por María Fernanda, Sharon Alejandra, Rafael Rayas y Efraín Quintero
Desde su nombre, el Museo de Arte Erótico en Cuernavaca deja claro que no es un espacio convencional. Lo que encontrarás entre sus muros no lo verás en ningún otro museo de la ciudad, y esa es precisamente una de sus mayores virtudes: su capacidad para desafiar lo establecido. Este lugar se convierte en un refugio artístico para creadores que desean exponer sus obras sin temor a la censura, especialmente cuando abordan un tema que aún suele ser considerado tabú: el erotismo.
Ubicado en el interior de la casa de uno de sus fundadores, Juan Machin, el museo conserva una atmósfera íntima y discreta, ideal para explorar el arte desde una perspectiva más personal y libre de prejuicios, teniendo una dualidad —entre espacio público y residencia privada— implicando ciertas restricciones para preservar la privacidad del anfitrión. Esta elección de espacio no es casual: refuerza la conexión emocional y sensorial que las obras buscan provocar en quien las observa.
El recorrido incluye una amplia variedad de expresiones artísticas: pinturas, esculturas, dibujos, fotografías, piezas literarias y otras formas de creación que exploran el deseo, la sensualidad y el cuerpo. Cada obra refleja la mirada particular de su autor o autora sobre el erotismo, con aportaciones provenientes de distintos estados del país como Ciudad de México, Yucatán, Guerrero, Puebla y Oaxaca, así como de artistas internacionales.
Pero el museo no se limita a ser un espacio expositivo. También es un punto de encuentro para la comunidad artística y el público curioso, gracias a sus actividades complementarias. De manera periódica, se llevan a cabo proyecciones de cine, sesiones colectivas de dibujo y fotografía, presentaciones de libros, lecturas de poesía, danza en vivo, body paint y más. Todo ello se anuncia con anticipación a través de sus redes sociales (FB: Museo de Arte Erótico de Cuernavaca; IG:museoarteeroticocuerna).
Visitar este museo es una experiencia imperdible para quienes disfrutan de descubrir espacios culturales únicos y distintos. Una invitación abierta a mirar el arte desde otra óptica: sin filtros, sin prejuicios, y con la libertad de explorar aquello que, en muchos otros lugares, permanece oculto.
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