
Primera conferencia magistral impartida por el Pisc. José Enrique Archundia Ruiz “La ansiedad y el rendimiento escolar: Pautas y Recomendaciones” / Foto: Diogo Flores Leyva
Por Rebecca Russso
En el auditorio lleno de jóvenes estudiantes, Roberto escucha atentamente mientras el conferencista, un hombre con aire calmado y experiencia en salud mental, habla sobre los efectos de la ansiedad en el rendimiento escolar. Los asistentes asienten en silencio mientras él describe cómo la ansiedad puede manifestarse: dificultad para concentrarse, agotamiento constante, pensamientos que se vuelven una espiral negativa, y ese miedo de no estar haciendo suficiente «¿Te identificas?», pregunta el conferencista, y Roberto, casi sin darse cuenta, asiente ligeramente. Nunca había pensado tanto en el tema, pero empieza a cuestionarse si algunas de sus propias experiencias podrían estar relacionadas con la ansiedad.
A medida que la charla avanza, Roberto escucha mientras el conferencista enumera las señales de alerta que, ahora que lo piensa, le resultan un tanto familiares. Recuerda esas noches en las que, aunque siente que ha estudiado bien, sigue repasando sus apuntes hasta muy tarde, casi sin darse permiso para descansar. Piensa en esos días en que el estrés se acumula como una montaña y la lista de pendientes parece no tener fin. A veces, se siente agotado antes de comenzar el día y, aunque sabe que está cumpliendo bien, esa sensación de no estar haciendo lo suficiente lo inquieta. El conferencista sigue hablando y, en su mente, Roberto empieza a hacer un autoanálisis: sí, siente cansancio y cierta presión, pero ¿realmente eso es ansiedad?
Cuando la conferencia termina, Roberto se queda pensativo. Académicamente, está bien. Es más, suele estar entre los mejores de su clase, y tanto sus profesores como sus compañeros lo reconocen y buscan para apoyo. En sus calificaciones no hay ningún indicio de problemas, y se siente seguro de su capacidad para cumplir con las demandas académicas. Sin embargo, la conferencia le ha dejado una duda persistente: ¿y si la ansiedad estuviera ahí, de una forma más sutil, sin que él realmente lo notara?
Mientras sale del auditorio, Roberto respira hondo y reflexiona. Quizás esa inquietud que siente no es algo que deba evitar a toda costa. Tal vez, en vez de obsesionarse con la idea de «no sentir ansiedad», pueda aprender a reconocer sus emociones y manejarlas cuando se presenten. Después de todo, estar en la universidad significa asumir retos, y una dosis de presión podría ser parte de su crecimiento.
Con una mezcla de alivio y preguntas, Roberto decide que no se trata tanto de eliminar cada rastro de estrés, sino de aprender a vivir con él de una manera saludable. Al final, ese leve impulso de preocupación puede ser solo una señal de que está realmente comprometido con su vida académica y su propio desarrollo.
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