Por Emiliano Güemes
Una composición métrica de diez versos, cuya riqueza cultural y poética se percibe con gran inmensidad, y hoy, más de cuatro siglos después de su creación, se mantiene viva en las letras latinoamericanas.
La décima, un vínculo hermoso entre los hispanohablantes a lo largo de todo el mundo, un medio de expresión artística que nos ha permitido por un periodo mayor a los 400 años expresar nuestras experiencias, observaciones, percepciones, recorridos e interpretaciones sobre la vida misma.
En el periodo del barroco, allá por el año de 1591, un Vicente Espinel de casi 41 años comenzaba a dejar los primeros rastros de la décima, en la ciudad española de Málaga; en ese entonces, poco podía saber Vicente de la trascendencia que iba a tener su creación, y del enorme significado que adquiriría, representada como un emblema de la creación en el idioma español.
Curiosamente, la décima desaparecería en el territorio ibérico, como ha pasado en otras ocasiones con sus grandes creaciones, pasando así a ser apreciada por los hablantes de la misma lengua en otro continente.
Lo que pronunciaban en el Siglo de Oro autores como Lope de Vega, Calderón de la Barca, Cervantes o Góngora, de repente se había vuelto un fenómeno cultural entre los países latinoamericanos, que adoptaban a la décima para incorporarla en sus canciones, dotándola de vida y una característica esencia propia.
Tal fue la magnitud de este género, que parece haber encajado con todas las sociedades latinas a la perfección; en México, podemos reconocerla en el “Son Jarocho”, en Cuba, lleva el nombre de “Repentismo”, los panameños la han apodado como “Canto de Mejorana”, mientras que en Argentina y Uruguay -países con grandes similitudes culturales- han decidido que sea “La Milonga”, en Venezuela se titula “Galerón”, y en Perú la tradición es tal, que parecen haberla naturalizado bajo el mote de “Décima Peruana”.
Se entiende, que existe un tema de fondo para que la décima haya decidido “cruzar el charco”, y es que, mientras otros géneros españoles son más expositivos, la décima comunica el aspecto conmovedor de los hechos, encajando más con el sentimentalismo y la pasión que presenciamos en nuestro continente.


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