Por: Mario Ramón González Álvarez.
Según lo publicado en la página de Excelsior, AMLO está arrancando una campaña que arrancó hace ya más de 12 años. En esta ocasión, entre las varias primeras cosas que ya prometió, está que la elección del candidato presidencial de Morena será mediante una encuesta en la que él participará. Hace seis años compitió contra Marcelo Ebrard. Hoy, seguramente contra nadie.
Pero lo que sí ya hizo Andrés Manuel, igual que el Frente Ciudadano, fue revelar lo que planea para este país en los próximos seis años. Eso sí, le puso mucho más entusiasmo a lo que revelaron en el Frente, porque su documento de 43 páginas queda mucho muy rebasado por el morenista, de más de 400 y que, por si fuera poco, estaban escritas a doble columna. El tema es que, sorprenden las obviedades: AMLO insiste en asuntos como la clausura del proyecto del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México o la socorrida y, dirán algunos, populista (¿o derechista?) idea de no subir ni agregar nuevos impuestos. Nada que no haya dicho con anterioridad. También abunda en temas como el combate a la corrupción, en el que pretende que cualquier investigado esté preso hasta que se le exonere o condene. Reitera su compromiso nacionalista: nada de privatizar, el sector energético volverá a manos del Estado en su totalidad. El documento también aprovecha para hacer un diagnóstico del país. Incluye temas de coyuntura, tal como la plataforma del Frente Ciudadano: reconstrucción nacional tras los sismos de septiembre, seguridad, conflicto de interés y austeridad. Y, bueno, en lo general, su proyecto sigue bajo la línea de que los problemas del país se terminarán cuando sea la honestidad, por sobre cualquier otra cualidad dentro de la función pública, lo que abunde. Porque incluso bajará los sueldos de todos los altos mandos que formarán parte de su gobierno.
Más allá del sueño “revolucionario” y mesiánico, en el proyecto de Andrés Manuel también brillan las ausencias. Y sí, al igual que en la plataforma del Frente, en el Proyecto Alternativo de Nación de Morena no hay espacio para temas de la agenda progresista, propias de cualquier partido de izquierda en el mundo. No se menciona nada en ninguno de los cuatro ejes que dan forma al proyecto: economía y desarrollo; desarrollo social; política y gobierno, y educación, valores, cultura y ciencia.
En su apartado de salud, aunque se escriben problemáticas como los cerca de 400 mil embarazos adolescentes por año, no hay un solo punto en donde el derecho a decidir sea, ya no eje, sino parte de políticas públicas que aboguen por las libertades. La prevención de “problemas”, dichos así, no con todas sus letras, está presente como parte de un todo que jamás se explica, ya ni por la extensión del documento. Y ni qué decir del derecho a bien morir. Lo que se escribe sobre el plan para mejorar los servicios de salud, gira en torno, como lo hace en casi todos los temas, al combate a la corrupción y al fortalecimiento de las prácticas de honestidad que desde siempre han sido bandera (bastante descolorida) de López Obrador. Pero si su plan de gobierno no incluye derechos tan básicos de las mujeres, que han sido una realidad en la CDMX desde el gobierno de Marcelo Ebrard, ni pensar en el matrimonio igualitario, algo que, para su mala suerte, ya fue tema de resolución de la Corte, pero que siempre tendrá una salida en la consulta ciudadana con tal de no generar compromiso alguno y hacerse el demócrata.
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