Nevermind, un álbum que rompió los estigmas del rock en la década de 1990, con un sonido grunge rebelde, poderoso y polémico, como su portada misma.

Por Emiliano Güemes
Este disco tomó por sorpresa a toda una generación, que no esperaba el maravilloso caos que trajo el álbum; con una simpleza maravillosa y una esencia juvenil que representaba de forma pegadiza el sentimiento de opresión de la época.
En este texto, nos centraremos en la portada, una fotografía mítica que ha sido catalogada como una de las mejores en la historia entera del rock. “Es un ejercicio lleno de poesía y cinismo”, exclamaba el diseñador Storm Thorgerson, quien llegó a trabajar con las bandas Led Zeppelin, Yes y Pink Floyd.
Thorgerson no estaba para nada errado, el retrato de un bebé que persigue un billete atado a un anzuelo se ha convertido a través de las décadas en una fotografía icónica del género y reconocible para aquellos ajenos a él.
Es una imagen que encaja perfectamente con la temática del álbum, vemos claramente la esperanza del nacimiento, frustrada con la trampa del éxito, propiciada por un sistema que sólo espera a que “muerdas el anzuelo”.
A pesar de todo, este brillante diseño no estaba -en un principio- destinado al éxito, pues se gastó una cantidad insignificante de dinero, comparada con las elevadas ganancias que vendrían después; la familia Elder, a la que pertenecía el protagonista de la fotografía, sólo percibió un pago de 200 dólares por la sesión, y el fotógrafo, Kirk Weddle, cobró menos de 1.000 dólares, con los que tuvo que costear todo el proceso.
Ese bebé, a pesar del paso del tiempo, sigue persiguiendo al dinero, aunque ha dejado de hacerlo metafóricamente para comenzar su búsqueda en un plano legal, en el que demandó a la banda en el año 2021 proclamándose víctima de la pornografía infantil.
Como sea, volviendo a los noventa, Kurt Cobain había planificado un proyecto mucho más ambicioso, en el que se reflejara un parto bajo el agua; obviamente, eso no fue posible, y el limitado presupuesto de una banda desconocida en ese entonces sólo alcanzó para cinco minutos de fotografías en un centro acuático de Pasadena.
El resto es historia, se vendieron más de 30 millones de copias del disco y la fotografía se inmortalizó como un símbolo no sólo del grupo, sino de la industria musical.

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