CATEGORÍA: DEPORTES / OPINIÓN / INTERNACIONAL
Por: El Tío Jano
No sería atrevido decir que hay un antes y un después de Diego Armando Maradona. Y no un después de su vida, sino después de su obra. Dejemos, sólo por un momento, de lado todo el historial de excesos y de polémica. Tratemos, sólo por unos minutos, de hablar sobre el Astro del Fútbol. Del internacional y universal 10 de la albiceleste, ese al que en su país le apodan y vivirá eternamente como «el D10S».
Hoy, 25 de noviembre del 2020, el mundo del fútbol ha perdido a una de sus más grandes figuras históricas. Quizás, querido lector, al más grande. Y digo quizás, porque uno puede agrandar a varios y pensar que ese dejará todo en la cancha, pero como el Diego, nadie. Sí, gordo; sí, sucio; sí, malhablado, sí… Así. Así hizo lo que quiso con el deporte, la afición y los directivos. Es muy fácil hablar bien de los muertos, pero también es fácil hablar mal, porque el muerto no se defiende.
No hacía ni un mes que el 10 recién había cumplido 60 años. Sólo 60, pero vividos en grande y con todos los pesares y excesos habidos y por haber. Hoy mismo, «el Rey Pelé», veinte años mayor, está decaído y se le nota con un comunicado oficial recién salido:
«Ciertamente, algún día patearemos una pelota juntos en el cielo», dijo en un breve comunicado oficial entregado a la agencia Reuters.
No voy a hablar del fútbol hoy, sino del fenómeno. Argentina acaba de decretar tres días de luto nacional, ¿qué nos dice eso? hasta dónde llegará el impacto del adiós del Diego. Son momentos complicados como para saber qué tipo de reacciones y acciones se ejecutarán en la capital de aquel país. Va a ser complicado que la gente se mantenga en sus casas cuando lo que quiere es salir a las calles a despedir a su héroe. El argentino es anárquico, es brutal, salvaje, y en este momento la muerte del ídolo los hará más imposibles de controlar. Politizar nunca es bueno, y menos el deporte, pero nadie se va a quedar ajeno de este fenómeno y habrá que ver qué raja política le sacan allá en la Argentina, donde el Presidente Fernández ya ha abierto la posibilidad de homenajes «masivos» para leyenda.
Polémico, incontenible, llamativo. El menos gris de los futbolistas, y el más criticado de los mismos. A medida que vaya pasando el tiempo, las comparaciones con otros íconos albicelestes de éste deporte no se van a dejar esperar. Messi, por ejemplo, desde hoy cargará con una camiseta más grande y pesada todavía. Agüero debe estar devastado, porque murió su ídolo, que curiosamente era su suegro también. Ese era el Diego, que se fue prematuramente, pero no hay nada que no se merme con los excesos y la salud desgastada que estas terminan dejando.
Ídolo, gloria, mito y leyenda como jugador, como entrenador y como persona. Porque bien o mal, con todas sus facetas dejó un legado imborrable e irrepetible.
Adiós, Pelusa. Adiós, Diego. aD10s.