Por: Sofía Astudillo.
Según lo publicado en el New York Times, este miércoles 7 de noviembre, en Toronto, el primer ministro canadiense Justin Trudeau se disculpó por la decisión de Canadá de rechazar a un barco de vapor lleno de refugiados judíos que escapaban de la Alemania nazi en la víspera del Holocausto hace 79 años; Trudeau dijo que la decisión reflejaba una lamentable política exterior antisemita.
El gobierno canadiense de esa época, en manos del mismo Partido Liberal que Trudeau encabeza actualmente, no permitió que el barco Saint Louis tocara tierra en junio de 1939, tras haber sido impedido de atracar en su destino original, La Habana. La embarcación tenía a bordo a más de novecientos pasajeros, la mayoría de ellos judíos que habían escapado de Alemania cuatro meses antes de que comenzara la Segunda Guerra Mundial.
“Nos disculpamos con las madres y los padres de aquellos niños que no salvamos, con las hijas y los hijos a cuyos padres no ayudamos”, dijo Trudeau.
Estados Unidos también rechazó las desesperadas súplicas de asilo del capitán, al igual que Argentina, Uruguay, Paraguay y Panamá. Al final, el barco regresó a Europa pero no a Alemania. Organizaciones judías les aseguraron visas para Reino Unido, los Países Bajos, Bélgica y Francia. Sin embargo, a medida que Alemania expandió su territorio, alrededor de 254 fueron capturados y asesinados en campos de exterminio.
“Nos rehusamos a ayudarlos cuando pudimos hacerlo. Contribuimos a sellar los crueles destinos de demasiados en lugares como Auschwitz, Treblinka y Bełżec. Les fallamos. Y lo lamentamos”, dijo Trudeau, que portaba una amapola roja en la solapa de su saco siguiendo una tradición canadiense en noviembre para marcar el Día del Recuerdo.
Desde que fue elegido hace tres años, Trudeau ha hecho de la disculpa un ritual frecuente, incluso para los estándares canadienses. Los pedidos de perdón, en gran medida, son un reflejo de la continua lucha del país por purgar su pasado colonial y racista.
Mientras que algunos han comenzado a expresar su disgusto, otros dicen estar orgullosos de que el país intente disculparse.
Los canadienses actuales tienden a pensar que su país es compasivo y tolerante. Sin embargo, su postura sobre los refugiados judíos antes, durante y después de la guerra fue articulada de manera infame por un funcionario del gobierno de esa época: “Ninguno son demasiados”.
Judith Steel, una abuela de 80 años que vive en Queens, Nueva York, viajó a Ottawa para presenciar la disculpa de Trudeau. Ella tenía 14 meses cuando abordó el Saint Louis con sus padres.
Ellos acabaron en Francia, donde ella permaneció escondida durante la guerra. Sus dos padres fueron enviados a Auschwitz y asesinados.
“Sentí que el primer ministro habló con el corazón. Fue tan abierto y honesto”, dijo Steel, quien lloró durante la ceremonia del miércoles.
“Las disculpas son una gran parte de mi vida”, dijo Steel, quien emigró a Estados Unidos después de la guerra para ser criada por sus tíos. “Lo que te consume es la ira, el miedo y todas las emociones relacionadas con la pérdida. Tenemos que perdonar; no por ellos, sino por nosotros”.
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