Por: Gabriel Velarde Palacios.
La poligamia ha sido permitida, por la mayoría de sociedades, a lo largo de la historia. El estudio de cazadores recolectores actuales sugiere que entre las sociedades humanas prehistóricas era frecuente que un grupo reducido de hombres hiciera un monopolio de las mujeres de la tribu para incrementar su descendencia. Sin embargo, algo sucedió para que los grupos que fueron más exitosos adoptaran un sistema de organización muy alejado de las inclinaciones humanas que consistía en tener más de una pareja sexual.

La monogamia, entonces, se convirtió, de manera extraña, en el eje rector de ciertas sociedades. Como se puede leer en varios pasajes de la Biblia, la recomendación para gestionar las discrepancias solía consistir en la aniquilación a pedradas de los adúlteros. Un grupo de investigadores de la Universidad de Waterloo (Canadá) y el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania), publicaron hoy un artículo en Nature Communications.
En este explican que las enfermedades de transmisión sexual desempeñaron un papel fundamental para que las personas decidieran ser monógamas. La hipótesis de los autores, que pusieron a prueba con modelos informáticos, es que que cuando la agricultura permitió la aparición de poblaciones en las que vivían más de 300 personas juntas, nuestra relación con bacterias como la gonorrea o la sífilis cambió.
En los pequeños grupos del Plesitoceno, los brotes causados por estos microbios se extinguirían pronto y tendrían un impacto reducido en la población. Sin embargo, cuando el número de individuos de la sociedad aumentó, los brotes se volvieron endémicos y el impacto sobre aquellos que tenían más de una pareja era mayor. Además, hay que tener en cuenta que se trataba de una sociedad sin condones o antibióticos. Por esta razón, las infecciones bacterianas tenían un gran impacto sobre la fertilidad.
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