Por: Karen Guadalupe López Girón

El estado de Morelos se engalana con sus peculiares carnavales del 17 al 21 de febrero. Fiesta tradicional pagana-religiosa en donde el principal atractivo es el brinco del chinelo.
Su origen data de la época colonial, cuando los hacendados españoles y criollos realizaban magníficas fiestas para el carnaval; cuyo acceso era estrictamente prohibido a mestizos e indígenas. Durante estas fiestas, los hacendados hacían alarde de su riqueza utilizando ropas muy coloridas, cargadas de adornos.
Se dice que un grupo de jóvenes cansados de estar siempre excluidos de este festejo, comenzaron a realizar parodias de los blancos, utilizando disfraces hechos de telas brillantes con exagerada ornamentación de cuentas y chaquiras, así como sombreros cónicos y máscaras satíricas de color rosa, con un mentón muy prominente y una barba espesa.
Al ver el éxito de sus propias celebraciones agregaron, cada año, a su vestuario imágenes de la mitología mexica.
El vocablo chinelo tiene su origen en el idioma náhuatl y significa: el que se cree mucho, el de la piel roja, aunque otra versión nos dice que puede significar el que mueve bien los pies y la cadera. Asimismo se considera que el baile de los chinelos representa la peregrinación de los aztecas antes de que se fundara la ciudad de Tenochtítlan.
El brinco del chinelo se baila en un círculo al ritmo de la banda de música, compuesta principalmente de instrumentos de viento y percusiones.
En la actualidad estas festividades se llevan a cabo en varios municipios del estado de Morelos: Jiutepec, Tlaltizapán, Emiliano Zapata, Tepoztlán, Tlayacapan, Yautepec, y Xochitepec.
Debe estar conectado para enviar un comentario.